viernes, 9 de septiembre de 2011

El diario de las locuras de la casa de al lado

El diario de las locuras de la casa de al lado.

09/09/2011
CARMEN

 Hoy empiezo este diario a las tres y media de la tarde, que normalmente y si puedo me gusta hacer la siesta, pero llevo ya unos cuantos días que no puedo y cabreándome por ello, así que he decidido ocupar este tiempo en algo más constructivo y relajante como escribir, en vez de mosquearme y ponerme nerviosa.

  Voy a empezar por contar el motivo de mi insomnio  durante la siesta, para empezar, a juzgar por el título que he dado al diario, ya podréis imaginar que algo tiene que ver la casa de al lado.

 Vivo en una bonita casita adosada, y soy la última casita así que solo tengo una casa adosada a la mía, solo una, nadie arriba ni abajo, y a los lados solo uno. ¡Pero que lado!

 Alguien que vive ahí, en la casa de al lado, está esperando que baje las persiana de mi habitación para conectar un pianillo justo al otro lado de la pared y poner en replay una de esas grabaciones que tienen esos juguetes, y siempre es la misma, un trocito de “el toreador” de Carmen, de Bizet. Y no lo quitan hasta que se hace de noche, porque como entra mucho sol por esa ventana, yo no levanto ya la persiana, así que como el espía de la persiana no sabe cuando me he levantado, pues ahí que va Carmen para toda la tarde. Si al menos fuese la obra completa, o aunque fuese un acto. En fin es un fastidio.

 No me valen soluciones normales, como ve y díselo, pues cualquier persona mínimamente normal, eso no lo hace. Así que no son personas normales y no atienden a razones normales. Y es por lo mismo por lo que voy a ir escribiendo este diario, cada tarde que no pueda dormir, y así sus excentricidades, me servirán de inspiración para escribir, y a quién esté al otro lado para no aburrirse. Porque dormir la siesta no puedo, pero ya os digo yo que aburrirme tampoco.

 Y sigue con Carmen, anda que no tienen por lo menos una docena de grabaciones lo aparatitos esos, pero quienquiera que lo pone es de ideas fijas.

 En la casa de al lado vive una familia, que como ya podréis haber deducido, son un poco raros. Viven cuatro personas, tres adultas y una adolescente en plena efervescencia hormonal. Aunque a juzgar por sus parientes adultos es la que mejor está, ah! Y un perro, que claro también va la compás de la casa, y es un caso perdido ya.  Llevaré unos cuatro años viviendo aquí, ellos llegaron un poco más tarde, cada día entro en mi casa y salgo de ella, pues nada, cada día tiene que ladrarme cuando saco las llaves, aunque no es de extrañar, ahí son todos de ideas fijas, porque aunque  estáis leyendo ya de otro tema Carmen sigue sonando, y lo que te rondaré morena. ¿Qué no será una técnica de adiestramiento para perros desconocida?

 Habréis podido deducir sin que os lo diga que no nos llevamos bien, vamos ni bien ni mal, no nos llevamos, intentamos técnicas normales de relacionarnos con ellos, pero fue un autentico fracaso. Así que ahora no nos relacionarnos de forma normal. Y por lo que os he dicho del pianillo, y como se que sois personas inteligentes, también habréis deducido que no es una forma agradable ni deseable. Pero a favor de tal relación he de decir que nunca es aburrida y siempre puedes tirar de ella en una reunión donde decae la chispa. Y se convierte en el alma de la fiesta.

Y sigue con Carmen, no os creáis que ya está, no, ahora son las cuatro y media de la tarde, y yo tengo otras cositas que hacer, pero si mañana hay más Carmen, os prometo una nueva entrega de “La casa de al lado”


3 comentarios:

vmaria dijo...

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Sergio dijo...

Bien explicado vmaria,la verdad es que es un fastidio de familia,pero oye,miralo por el lado bueno,igual te da por escribir un libro con estas anécdotas e igual se convierte en un BEST SELLER...quien sabe...Para lo de dormir la siesta..pues ya sabes,tapones para los oidos...son infalibles..

Julián dijo...

Aunque ya conozco la historia hace tiempo, me ha gustado leer esa narración. Muy amena y bien construida. Seguro que al final puedes hacer un libro y publicarlo, como dice Sergio.

Tu sigue escribiendo en tus tardes de insomnio que nosotros estaremos aquí para leerlo. Y aunque la prosa es agradable, me gustaría que fueran pocas las tardes que tuvieras que escribir y que os dejara en paz de una vez.