lunes, 12 de septiembre de 2011

El Diario de las locuras de la casa de al lado.

Diario de las locuras de la casa de al lado
12 de septiembre de 2011.
El principio.
 Hoy ya es día de Cole, laborable y ocupado, así pues no he estado al tanto de si ha  habido sesión de pianillo o no. Estaba ocupada en otras cosas más importantes. Pero ahora que tengo un poquito más de tiempo voy a seguir con el diario.
  Os voy a presentar a la habitante más molesta de todos, al habitante adulta de la casa de al lado. Hay tanto y tanto que podría contar que no sé ni como empezar. Pero voy a hacer un esfuerzo y comenzaré como todas las buenas historias por el principio, que como no podía ser de otra forma no empieza el día que la conocí, sino antes. Si no, seria muy normal.
 Ya os he contado que yo ya vivía en la casa cuando ella llegó, el primer contacto y noticia que tuve de que estaban instalados fueron sus gritos y discusiones, que se oían mucho, porque no había mucha más gente viviendo en los adosados y porque nadie más gritaba así. Era difícil no saber que había vida en la otra casa, una forma de vida extraña, pero vida al fin y al cabo. Y así supe de ellos.
 La primera vez que la vi, yo estaba limpiando las verjas que dan a la calle, no lo hago muy habitualmente pero ese día tenia un sarao en el garaje, así que las limpie porque estaban llenas de polvo, estaba con mi hijo, y  él me ayudaba, por eso yo solo usaba agua caliente sin productos químicos que le pudiesen dañar. Hacía calor, y el chiquillo chapoteaba en el balde de agua, con una bayeta, la verdad es que nos lo  estábamos pasando bien, medio trabajando y medio jugando.
 Al poco rato salió una mujer de la casa de al lado, con un bote de pintura y un pincel, y sin decir ni media palabra se puso a pintarse las puertas, las mismas que yo estaba limpiando solo con agua, pero de la casa de al lado.
 Yo me quedé perpleja, pues no la había visto antes, si oído, pero tanto su actitud como su actividad eran como decirlo, poco comunes.  Primero, no daba pie a que le pudiese decir nada, pues si miraba hacia ella se volvía como para que no le hablase, y segundo, si la casa solo tenia unos pocos meses, y las puertas estaban nueva, ¿porqué las estaba pintando? (ahí tenéis otro misterio a resolver) Podréis pensar que quizás no le gustase el color y quisiera cambiarlo, bueno contra gustos…pero no, no era el caso, pues las estaba pintando del mismo color rojo que tenían ya.
 Si estuve media hora, o veinte minutos o así, con las puertas, no conseguí dirigirle la palabra y mira que tenía ganas, pues así hubiese sabido por qué pintaba las puertas. ¡Pero chicos, no se dejó!. Así que no lo sé.
 Seguí aquel día con mi fiesta, y empecé a sospechar que la habitante  adulta de la casa de al lado era una mujer especial.
 Ya os he dicho que las casas eran nuevas, era verano y nos habían entregado las llaves  a finales de marzo, y suele pasar que se producen algunos desperfectos o te encuentras con cosillas que no están del todo bien, y entonces llamas a los promotores para que arreglen los fallitos que han  quedado. Yo misma llame unas pocas veces. Pero la habitante de la casa de al lado tenia todos los días a dos o tres trabajadores de la antigua obra arreglándole cosas. Yo pensaba que esa casa la habían hecho muy mal, lo cual era también raro, porque la mía la habían hecho muy bien. Pero ¿Cómo esa señora podía tener tantos problemas? ¿Y todos los días? Era otro misterio.
 Uno de los muchos trabajadores que iban a su casa, muchas veces, resultó ser uno de mis amigos, uno de los más antiguos que tengo. Y él fue mi primer contacto directo con la habitante adulta de la casa de al lado, precisamente. Una de las muchas veces que venia  a mi casa, por trabajo algunas y por amistad las más, me preguntó - ¿oye, que le has hecho a la mujer de la casa de al lado? – Y yo me quedé de piedra, porque ni siquiera la conocía, por no saber no sabía ni su nombre. _ ¿cómo dices?- le pregunté  con cara de asombro. _ Está enfadada contigo- Siguió diciéndome. – Para mi la situación era del todo surrealista, como podía una persona de la que no sabía ni su nombre y con la que jamás había hablado enfadarse conmigo. - ¿Por qué?- era la pregunta más lógica, la curiosidad era más fuerte que la indignación, pero no mucho más, no os creáis. – Ha dicho que eres una  “desaborida”- Aún no sé que quería decir con esa palabra, no me lo preguntéis. Solo sé que me mosqueé, por que una mujer que no conozco de nada se toma la libertad de hablar de mí, sin haber ni cruzado una palabra conmigo, a un amigo mío, y además para lanzar un insulto, creo.  Y así, mis queridos detectives, fue como empezó esta relación, que es tan original, que da para muchas más entregas.
Hasta la proxima.



3 comentarios:

vane dijo...

Jaja i encima te dice desaborida... No sera que esperaba que la recibieras con la tarta de manzana!!

Sergio dijo...

Lo de pintar las puertas,cuando no tenian ni 5 meses instaladas,con su lacado al polvo y presión,dandole con un pincel y rodillo....por muy mal que pudiesen estar,que no era el caso,peor se ha quedado marcadas a rodillazos...es como pintar un arañazo en un coche nuevo con un rodillo..

Julián dijo...

Desaborida: Sosa, sin sabor. Expresión similar "es como un huevo frito sin sal". Y eso lo decía sin conocerte jajajajaja. Pues vaya...

Otro ameno relato para unos minutos de lectura. A seguir con ello.