sábado, 10 de septiembre de 2011

El Diario de las locuras de la casa de al lado.

Diario de las locuras de la casa de al lado
10 de septiembre de 2011.
El Cojo

 Son las cuatro menos cuarto y, ¡Señoras y señores, con todos ustedes.....! ¡¡El toreador, versión pianillo, de  Carmen!!
 Así pues, mi siesta ya se ha terminado por hoy, y empieza la sesión de creatividad literaria.
 Os voy a ir describiendo a los habitantes de la casa de al lado, y así, si alguien sabe algo de psicología, quizás me pueda ayudar a comprender, lo que ahora mismo es incomprensible para mi.  
 Voy a empezar por la última persona de la casa con la que mantuve cierta relación de normalidad, por decir algo. Curiosamente es la persona que más desconcierto causa, pues ocupa un rol extraño, poco común en una casa. En fin os explico, normalmente las familias suelen estar formada por un padre, una madre, y unos hijos,  hablando en términos de los roles que se suelen desempeñar en una casa, con independencia de que sean biológicos o no, pero este hombre no es nada de eso, es un hombre soltero que vive con su hermana casada, con su cuñado y su sobrina. Lo cual, cuanto menos, no es común.
 Pero yo seguí dándole los buenos días o tardes hasta hace muy poco. Y es curioso que fuese el último, porque desde que los conozco es el único que ha intentado matarse dos veces, aunque sus técnicas suicidas la verdad es que fueron curiosas, y sus intentos fallidos debieron de costar a la respetable sociedad de los paganos un buen pellizco, que es de todo lo que más me fastidia.
 ¡Si, si, dos intentos de suicidio! Y es el más normal.
 Mi habitante de hoy es un hombre, que ya desde su extraño rol llama la atención, pero no es su único atributo llamativo, es relativamente joven, en fin de mediana edad, pero bastante lejos de poder ser un jubilado, no sé cuantos años tendrá, pero entre cuarenta y cincuenta, sin embargo no trabaja, lo cual ahora no es tan raro por lo de la crisis, pero cuando yo le conocí pues no había tanta crisis y la gente de su edad solía ir a trabajar con regularidad, pero nuestro habitante no, porque a lo visto tiene una enfermedad, que debe estar relacionada con sus piernas, porque es una persona archiconocida en todo el pueblo pues siempre va con un par de muletas. Muletas que por otra parte suscitan en toda la gente que conozco la misma pregunta, ¿Para qué coño las quiere? Los que no le habéis visto pensareis que es para andar, pero es que nunca las apoya en el suelo.
 Yo he desarrollado dos teorías de por qué, la primera es porque si las pone en el suelo se ensucian, y la limpieza es un tema muy importante en su casa. La segunda es que tiene miedo de ir por la calle desarmado, y las lleva como disuasión a los que le matarían de verdad, como técnica de defensa personal, vamos. Pero bueno esto son solo conjeturas mías, es uno de los misterios de la casa de al lado. El primero que os dejo, a ver si alguien lo desvela.
 El habitante de las casa de al lado es un nombre muy largo, así que ahora en adelante lo voy a llamar por el apodo que se le puso” el Cojo”, aunque es por las muletas, ya me gustaría a mi tener sus piernas. No podéis imaginar lo que camina ese hombre todos los días. Sale muy temprano de su casa y vuelve muy tarde, y yo lo he visto en lugares muy alejados de la casa, y no tiene ningún vehículo, allá donde va es siempre a pie, acompañado por sus fieles muletas, eso sí, al vuelo.
africano, norteamericano, cojo, pato, con, Muleta

  Los habitantes de la casa de al lado se pusieron a vivir en la casa de al lado, valga la redundancia, después de que me pusiera yo, que estaba muy contenta con mi nueva casa, y no les conocía de nada, si bien es cierto que lo de que tuvieran al Cojo viviendo con la familia era un poco extraño, y gritaban mucho, pero yo no sabía nada de ellos, al principio se intentó mantener una relación cordial, distante, porque ya me parecían un poco extraños, pero eso a mi nada me importaba e intenté ser cordial. Y por eso sé lo que pasó. Porque ellos me lo contaron.
 Un día, al poco tiempo de que se mudaran a la casa, serían entre las seis y las siete, y estaba oscureciendo, mi hijo, que es un niño pequeño, ese día lo había pasado en casa de su abuela, pero ya era la hora de ir a recogerlo, yo había pasado la tarde tranquilamente en mi casa, haciendo mis cosas, como no era verano tenia todas las ventanas cerradas, y como son de doble cristal, pues no se oye prácticamente nada del exterior, y menos si lo que ocurre es en una planta distinta. Así pues me dispuse a sacar el coche de la cochera, y ¡OH, sorpresa! Tenía una ambulancia S.A.M.U. delante de la puerta bloqueando la salida, mi primera reacción al ver un vehículo delante del vado fue enfadarme, al descubrir que era la SAMU ya se me pasó y me asuste un poco, la última vez que había visto una tan cerca se llevó a mi padre con un ataque al corazón. Así que supuse que había pasado algo grave. A esa hora estaba llegando mi marido a casa, imaginaros el susto que se metió, llegas a tu casa y te ves la ambulancia de urgencias delante de tu puerta y las puerta de tu garaje abiertas de par en par, porque yo iba a salir pero él no lo sabía. Por un poco y no se lo llevan a él junto con el Cojo.
Un policía nos contó que era al lado y que no nos preocupáramos, así que como ya les estaban asistiendo, nosotros con el coche de mi marido que ya estaba fuera no fuimos a por el peque. Más tarde supimos que el Cojo, se había colgado, por lo visto en la terraza, pero que de todas las horas que tiene el día, y cuando sus compañeros de casa que si trabajan no están, eligió colgarse exactamente cuando vio a su hermana cruzar por la puerta. Esta nos contó que le había tenido que sujetar por los pies, y también que no lo podía bajar sola, y también que llamó a la ambulancia. Que estaba ella sola y que nadie la ayudó.  Este es el segundo misterio que os dejo, detectives,  ¿como puede una mujer aguantar a un hombre que pesa lo mismo o más que ella para que no se ahogue con una soga, sin poderlo soltar ni bajar, llamar por teléfono y dar el aviso?

 El segundo intento fue como poco, más espectacular, sigue agitando sus muletas por ahí, así que un fracaso también, pero un fracaso que ni las pelis americanas de alto presupuesto.
 Cuando nosotros no enteramos de este era ya de noche, estábamos cenando en la cocina, que da al otro lado de la casa, no a la calle, y aunque también era invierno y estaba todo cerrado, oímos gritos muy fuertes, ellos gritan mucho habitualmente, pero aquél día los gritos parecían tener un volumen de decibelios más alto de lo habitual, y una nota de histeria más  aguda de lo habitual, recuerdo que mi marido y yo lo comentamos,  pero le dimos volumen al televisor y seguimos cenando. Cuando nos sentamos en el salón, aunque teníamos las persianas bajadas vimos como reflejos de luz azul en la calle, y subimos un poco las persianas para ver de donde provenían, aunque los gritos  ya nos daban una pista.
 El espectáculo estaba servido, allí no faltaba nada de nada, el despliegue era total, delante de la casa de al lado había, una SAMU, lo cual me hizo pensar en que el Cojo lo había vuelto a intentar, pero también una ambulancia de SVB, dos motos de la guardia civil,  el Patrol de la guardia civil, dos motos de los municipales y el coche patrulla de la policía municipal, todos con sus sirenitas en marcha, Aquello parecía la feria.
 Mi marido bajó a la calle, para tirar la basura y para averiguar si había sido suicidio o asesinato,con tantas fuerzas de seguridad allí, daba que pensar. Pero aquella noche no supimos mucho, porque habló con uno de los municipales que conocía, y el chico le dijo que no pasaba nada, que era solo una discusión familiar. Estaban perfectamente atendidos por todas las fuerzas de seguridad y sanidad que tienen el pueblo, así que nosotros nos retiramos a ver el show desde la ventana del comedor.
Días más tarde supimos por otros vecinos lo que había pasado, por lo visto el señor Cojo había llamado a la SAMU, deben tener su numero el primero de la lista, o pegado en la nevera, y luego se había tomado un tubo de pastillas. El suicida primero se aseguro de tener la asistencia necesaria para no morir y luego intentó matarse. ¿Como no iba a fracasar?

  Después de aquello, la relación con la habitante adulta se murió, pues ella dijo que no atendimos sus gritos de auxilio, aunque en ningún momento llamó a nuestra puerta, ni a nuestro teléfono, según ella gritó, pero eso es algo que hace cada día. ¿Cómo íbamos a saber que los gritos eran para nosotros? Nunca se lo pudimos hacer entender, nos eliminó de su saludo y emprendió su particular cruzada de despropósitos, uno de los últimos es la ya famosa tocata de Carmen.

Otro día os hablo de de la habitante adulta de la casa, ahora ya son las cinco de la tarde, y me reclaman otras ocupaciones, por cierto que voy a ir haciendo con la agradable sinfonía para pianillo “el toreador”, que sigue y sigue machacando. Hasta la siguiente entrega detectives.

2 comentarios:

Sergio dijo...

Jajaja,muy buena la foto del platano....esta historia es real como la vida misma,por desgracia...

Julián dijo...

Otro rato de amena lectura. Poco a poco nos vamos enterando de los detalles de la trama. Como ya sabes la vida útil de los componentes electrónicos es muy larga... luego tienes pianito para rato. Habrá que buscar otro medio.