martes, 3 de noviembre de 2015

Relatos. Primera parte. Pandemia

Relato. Primera parte.  Pandemia.

Cuando abrió los ojos se alegró mucho de seguir vivo. La enfermedad se había ido y era consciente de que ya no se iba a morir por su causa. Sin embargo aquella alegría  pronto fue trasformada en preocupación. Buscó con la mirada a su hermanito pequeño, tan sólo le tenía a él para cuidarle y con apenas dos años, y sólo, no creía que pudiese sobrevivir, no sabía cuánto tiempo había estado enfermo.
La habitación donde había estado dormido se veía limpia, ordenada, pero su estómago hambriento le confirmaba que no había sido podo el tiempo de su convalecencia.
¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? Debía encontrarlo y rápido. El pequeño no podía morir de enfermedad, pues los bebés eran inmunes a ella, pero sin sus cuidados, sin alimento…Debía encontrarlo ¡¡¡YA!!!
Cuando se levantó de su cama el mundo decidió girar locamente alrededor de su cabeza, su hermano era su prioridad inmediata, pero necesitaba comer, sentía que no tenía  apenas fuerza para nada, tuvo que estar unos minutos sentado antes de que aquella locura giratoria decidiera parar sus vueltas y todo volviese a su estado natural de reposo. Se tomó aquel mareo monumental como una curiosa bienvenida a un nuevo mundo en el que no sabía muy bien si le iba a gustar mucho.
La primera cosa que hizo cuando pudo levantase fue gritar, gritar con todas sus fuerzas el nombre de su pequeño hermano ¡Saúl! ¡Saúl! ¡Saúl!
Esperaba que apareciese con su chupete gastado y sus andares de pato, riéndose y diciendo ¡Tete, Tete! Pero sabía que era poco probable. Se levantó y le buscó, con sus pocas fuerzas siguió gritando su nombre por aquella casa grande, fría y desordenada. Si mamá la pudiese ver, como deseaba que la pudiese ver, oír su voz de nuevo, aunque fuese solo para gritarle que ordenase su cuarto. Sabía que eso no iba a ocurrir, la enfermedad no perdonaba a los adultos. Antes de que él mismo cayese enfermo quedaban ya muy pocos ¿cuánto tiempo habría estado en el limbo de ese maldito virus?
-¡Saúl, pequeño! ¿Dónde estás? ¡Saúl!
Las barreras de las escaleras estaban abiertas, aquella casa absurda era una trampa mortal para bebés, ojalá no se hubiese caído. Bajó  sin para de llamar hasta la cocina, no esperaba encontrar comida, sin electricidad era muy difícil conservarla, y se sorprendió gratamente al encontrar verduras frescas sobre el banco de la cocina, agua que parecía bebible y una pequeña jeringuilla que parecía la responsable de que él se hubiera recuperado.

Todo aquello no lo había hecho Saúl, alguien le había ayudado, quizás tuviese a Saúl, ¿quién sería?

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