sábado, 22 de octubre de 2011

El Diario de las locuras de la casa de al lado.

El diario de las locuras de la casa de al lado.
21/10/2011
El Águila Roja.

Tengo el diario un poco abandonado, porque como me he puesto a trabajar y ya no estoy tanto por casa, no se que locuras se cuecen en la casa de al lado.
 Hoy está lloviendo, es un típico día de esos otoñales, desapacible, húmedo y bastante fresco. Un día de esos en que las personas normales no solemos fregar el suelo, porque no se seca, ni limpiar las ventanas porque va a llover.
 Pero nada de eso va con la habitante Loca de la casa de al lado, que os pensáis que como ha llovido hoy no ha fregado la acera, ¡ja! Esta tarde ha medio salido el sol, y ¡zas! Fregonazo. Pero eso no es nada. Por lo menos hoy no se ha colgado de la ventana para limpiar las persianas.
 Eso me recuerda una conversación que me estuvo contando ayer mi marido. Salió por la tarde, como casi todos los días, hacia la academia, pues esta haciendo un curso, y se encontró con el vecino de enfrente.  Este señor es mayor que nosotros, vive con su mujer y yo apenas les conozco, pues salgo y entro y les saludo cuando los veo y poco más. Sé también que nada más llegar al vecindario tuvieron la bronca de bienvenida de la Loca.
 ¿A ver si sois capaces de adivinar el motivo de tal bronca? Seguro que sí. Por los puñeteros cubos de agua. La buena señora le pidió que los vertiese como todo el mundo en las rejillas del alcantarillado, y bueno…. Se lió parda, con los consecuentes “Yo hago lo que me da la gana, y nadie me dice lo que tengo que hacer”. Y en consecuencia tampoco se hablan, y desde entonces a la Loca le dio por llamar a este pobre señor, al señor ¿eh? Que no le dijo nada, el “Cirio” lo cual me parece un nombre cuanto menos curioso, aunque yo cuando mi marido dijo que había hablado con el Cirio pensé que era justamente el Cojo, porque si a alguien se le acopla ese apodo como anillo al dedo es al Cojo, tan flaco, tan lento y con esa cara de tristeza que no se puede aguantar. Pero no, se refería al pobre señor de enfrente, que fue muy amable con él ayer. Yo no lo voy a llamar Cirio, porque no me lo parece y no se lo merece, le llamaré el señor de enfrente.
   
 Reconduciendo, ayer, este señor, abordó a mi marido en la calle, porque el hombre estaba muy preocupado, pues habían llamado al timbre de su casa unos chicos. Mi marido tenía mucha prisa y no se podía parar, y así se lo dijo, así que el señor de enfrente lo acompañó, pues tenía mucho interés en contarle la historia de los tres chicos, que habían estado llamando a las puertas de las casitas del vecindario. Mi marido no sabía nada de aquello, porque la verdad, había parado poco por casa. Yo le expliqué que eran tres comerciales que querían vender alarmas, a nuestra casa también vinieron, y  aunque hablé con ellos no les abrí, era raro que fueran tres y yo estaba sola. Pero el señor de enfrente ni siquiera les contestó, y por consiguiente insistieron hasta bien entrada la noche.  En fin, que cuando acabó con la batallita de los vendedores de alarmas, le preguntó a mi marido como había acabado lo del Águila Roja, que supongo que sabréis que es una conocida y actual serie de televisión, que tengo que decir que no seguimos. Mi marido se quedó muy extrañado, pensando “A ver este hombre, que casi no conozco, me sigue con esta historia hasta la academia y ¿ahora me habla de televisión? ¿Qué querrá?”
 Pero no queriendo ser descortés le dijo que él no seguía la famosa serie, no podía decirle nada al respecto. El hombre se echó a reír, y aclaró –¡ No xiquet, no! Tú no me has entendido, el Águila Roja es la habitante adulta de la casa de al lado.-
-¿Cómo dice?- se extraño mi marido.  El señor de enfrente, riéndose aún de la confusión que causaba siguió diciendo - ¡Jajaja! Si, mi mujer la llama así.-
Mi marido seguía sin entender y preguntó - ¿por qué?
 - ¡Jajaja! Pues, porque como siempre va por los tejados y las alturas… -
 Y entonces si que soltó mi marido la carcajada, y yo cuando me lo contó. No se me habría ocurrido tal nombre, porque no veo la serie, pero la verdad es que es cierto. Esa mujer, la Loca, sale por las ventanas de las habitaciones, sobre el mirador del comedor, donde no hay barandillas ni nada, pues no está para eso, a limpiar las persianas. Y no le importa si llueve, o hay una tormenta, o caen chuzos de punta, y además cuando tiene las persianas limpias, friega el susodicho mirador, ¿para matarse? Sí, es para matarse.    
 Cuando no le da por limpiar las tejas, sí, sí, habéis leído bien, las tejas. Se sube descalza sobre las mismas con una manguera y las limpia. El otro día  que soplaba un viento bastante fuerte estaba, haciendo equilibrios sobre una escalera para limpiar los ventanales. Es increíble, hasta donde es capaz de llegar con la obsesión por la limpieza.
 Yo antes me asustaba cuando la veía en plan Águila Roja, pero ahora que ya sé que es mala hierba no me preocupa, pues ya sabéis el dicho ”Mala hierba nunca muere”
 Y la Loca, Águila Roja, lleva una estrella detrás, porque con todas las cosas peligrosas que hace, lo raro es que aún esté entera. Debe ser por la devoción que le dispensa a la Virgen. Pues, aunque se levanta por la mañana con la idea fija de cómo fastidiar al prójimo, luego se cuelga el anda de la Virgen al hombro cuando sale en procesión. Que lo vi yo el otro día, y casi me caigo de culo. Yo respeto todas las creencias, y aunque nunca me colgaría un anda al hombro, para distinguir el bien del mal me pongo en la piel del prójimo, y si a mi no me gustaría, no se lo hago a otro. La Loca Águila Roja se ve que lo entendió al revés el día que le explicaron el catecismo. Eso sí, debe ser suficiente con colocarse bajo un paso para tener protección, porque no será por su prudencia, eso seguro.
 De todos modos, aunque el señor de enfrente la llame Águila Roja y a mi me haya hecho reír, yo seguiré llamándola la Loca, porque a alguien que se pone descalza sobre el tejado para limpiar las tejas y friega la acera después de un chaparrón de los buenos, pinta unas puertas nuevas y echa cubos de agua a la calle aunque aún esté mojada de la lluvia, no le cabe otro nombre.
 Hasta la próxima entrega, ya no me da el tiempo para más.

2 comentarios:

Livonan dijo...

Pues menos mal que no vive en el norte, donde se pasa largas temporadas lloviendo, bien fuerte, bien llovizna.

Sin duda eso es una obsesión. Y te lo dice alguien a quien le gusta el orden y la limpieza bastante.

Águila Roja jajajajajajajaja. Muy bueno.

vmaria dijo...

Ya ves, no soy solo yo la que pone motes, Aguila Roja también le queda bien.