jueves, 3 de noviembre de 2011

El Diario de las locuras de la casa de al lado.

El diario de las locuras de la casa de al lado.
03/11/2011

Gotas de agua

Llega el fresquito, los días nubosos, y se hace ya muy pronto de noche. Hoy mismo a estado lloviznando. No soy muy amante del otoño. Pero al ver las gotitas de lluvia me he acordado del día de las gotas de agua. Cuando la Loca nos montó el último follón.
 
Todavía era verano, mis sobrinitas habían venido a jugar con mi hijo, los tres niños estaban en la terraza, mi marido y yo estábamos en el salón, mirando tranquilamente la televisión. De repente, los tres pequeños subieron como un rayo hacia la habitación. Yo me extrañe, porque parecía que se lo estaban pasando muy bien en la terraza, y les pregunté porque se subían, me dijeron que ya no querían jugar más en la terraza. Y al mismo tiempo, por la cocina empezamos a oír como la habitante de la casa de al lado estaba berreando algo, la conocida técnica de salir a la terraza para gritar sus malestares.
Si hubiese estado yo sola en casa simplemente hubiese cerrado la puerta para no oír los gritos, pero mi marido no piensa igual y salió a la terraza de la cocina para escuchar. Y efectivamente, aquellos gritos tan salvajes y gritados desde la terraza de la cocina suya, eran para nosotros.  Tendríais que verlo para entenderme, estaba fuera de si, gritaba a su marido que estaba en la terraza de abajo, que éramos unos cerdos, que se lo habíamos ensuciado todo. Le decía que mi marido y yo estábamos escondidos debajo del toldo, al que llamó “toldo de las cucarachas” para mojarle la terraza.  Decía algo así:
-         ¡“Florero, Florero”, mira, mira como lo han puesto todo! ¡ Se esconden ahí debajo del toldo de las cucarachas! Están tirando agua, ¡Ceeeeeeeeeeeeerdos, que son unos ceeeeeeeeerdos! ¡¡¡Que lo tienen todo hecho una mierda!!! ¡¡¡Ceeeeeeeeeerdos!!!
Eso fue lo que empezamos a entender, porque gritaba tanto que no conseguíamos comprender lo que decía, y la llamamos, desde la terraza, para que nos dijese porque estaba tan enojada,  puesto que no teníamos ni idea de lo que estaba hablando.  Entonces nos llamó mentirosos, y entre gritos e insultos pudimos  concluir que por algún motivo su terraza estaba mojada y nos echaba la culpa a nosotros.  Al comprender esto, no sin antes haber intercambiado unos cuantos insultos por ambas partes, pues ella nos llamaba cerdos y nosotros a ella loca. Ya que, además de estarlo, resulta que en aquel estado también lo parecía. Al final, pensamos que quizás los niños y su rápida subida tenían algo que ver, así que nos metimos en casa y los llamamos. Y efectivamente, ellos habían estado jugando con los pirulos esos que son como un émbolo, de espuma de esa que se usa para flotar, y se estaban lanzando agua y también la lanzaban hacia arriba, para que fuese como una ducha.  Era, por tanto, posible que hubiesen mojado la terraza de al lado. Pero, ¿cuánta agua hay que lanzar con uno de esos émbolos para montar aquel follón? Cierto que tenían dos, pero no cargan más de un vaso de agua cada vez, si llega… Que le habrían podido  caer a la casa de al lado, ¿unas pocas gotas?
 Mi sobrinita más pequeña, que todavía estaba en esa edad en que los niños se lo creen todo, estaba muy asustada, recuerdo que al cabo de un rato, cuando ella encontró la calma para hablarme me dijo “Tía, tía, yo he tirado agua con el pirulo, pero solo a la pared” La pobrecita no sabía como salir de aquello, y no entendía el jaleo que se había montado. Se disculpaba sin culpa ninguna.
 Pero a parte de eso, lo que está mal está mal,  y reconozco que los niños deberían haber sido más cuidadosos, ellos no entendían porque se había montado tanto escándalo, yo nunca les había reñido por jugar con el agua, de hecho he jugado muchas veces con ellos incluso con la manguera, pero no está bien molestar a los habitantes de la casa de al lado por muy excéntricos y locos que parezcan, y yo intenté explicarles que la “señora de la casa de al lado trabajaba mucho para tener siempre la casa muy limpia, y que por eso se había molestado tanto, porque sin querer ellos habían estropeado su trabajo”  ¿Como lo explicaríais vosotros? En fin que decidimos que aquello podía arreglarse si se disculpaban y pedían perdón por el agravio, así es como educamos nosotros, si has hecho algo mal y te arrepientes, pues pides disculpas e intentas arreglarlo. Más lo hicimos por los pequeños que por la Loca, pues se les veía afectados, se sentían mal por todo lo que estaba pasando.
Así que les dijimos a los dos mayores que íbamos a ir a pedir disculpas al la casa de al lado por haber mojado su terraza sin querer. La pequeñita ya tenía suficiente miedo. De todos modos les acompañamos, pues no me fío ni un pelo de esa mujer. Llamamos al timbre, y llamamos al timbre, y llamamos al timbre, pero no nos abrieron.
En eso estábamos, y ya a punto de marcharnos cuando vimos al Cojo llegar a la casa, en ese tiempo yo aún lo saludaba, así que cuando llegó a la puerta de su casa, nos vio a mi marido y a mi  junto con los niños. Y mi marido le dijo       -Dile a tu hermana o a tu cuñado que salgan, que los niños quieren pedir disculpas- A lo que el Cojo respondió -Yo no quiero saber nada- Y mi marido le dijo -Sé que no te quieres meter, pero por favor diles que salgan, gracias- El Cojo abrió  la puerta de su casa y se metió dentro, al momento escuchamos al Florero que nos decía -¡Él que procure que no salga, porque si salgo lo voy a coger por el cuello!- Al oír aquello mi marido y yo recogimos a los niños  y no metimos en casa. A ver como se lo explicas a los pequeños, primero meten un jaleo y luego no quieren siquiera intentar una solución.
 Podríamos haberlo dejado pasar, pero decidimos que no, que ya estaba bien de aguantar, aguantar insultos, aguantar gritos, aguantar que no consideren ni a los niños, y tener que aguantar también que nos amenace, y como ya sabéis, no era la primera amenaza, así que fuimos a denunciarlos. Aquello era ya un abuso inaguantable. Creímos que volverían a pasar de nosotros como la otra vez, pero en esta ocasión no fue así, y los juzgados nos citaron. Cuando ya casi lo habíamos olvidado, pero nos citaron.


 Y como el tiempo si algo tiene es que nunca se detiene, pues llegó el día del juicio, el primero al que yo he asistido, el único, por desgracia creo que solo de momento (mientras la casa de al lado siga teniendo semejantes habitantes). Cuando mi marido y yo llegamos a los juzgados ellos ya estaban allí, la familia al  completo, el Florero y la Loca (como denunciados), la Nena y el Cojo (como testigos).
 Mientras estábamos allí fuera sentados vino una chica, cuyo trabajo era mediar, por si había alguna cosa que podía hacer para que no hubiese juicio. Llegar a algún acuerdo que compensara nuestro agravio, pero nosotros le dijimos que no queríamos nada, solo que nos dejasen tranquilos y que queríamos ir a juicio. Así que al momento nos llamaron, primero entró mi marido como denunciante y luego el matrimonio Loca-Florero como denunciados. Yo no puedo decir lo que pasó porque tanto los testigos suyos como yo como testigo de mi marido, nos quedamos fuera de la sala, hasta que nos llamaron, uno a uno. Puedo contaros lo que mi marido me dijo, nada más entrar la juez se dirigió a él y le preguntó si se afirmaba en lo que decía la declaración, la denuncia, y mi marido dijo que si, pues era la verdad. Acto seguido preguntó a ellos, y la Loca sacó una bolsa con ropa, e iba a enseñársela a la jueza, y aquella mujer la paró, diciendo que el juicio no era para ver quien tenia la ropa más limpia o más sucia, que se ciñera a la denuncia que era lo que correspondía, y tuvo que guardar la bolsita, ( y pienso yo si todavía tendría la ropa mojada, casi dos meses después del suceso, o seria que el agua del grifo llevaba ácido aquel día y se la agujereó) Nos quedaremos con el misterio de que sería lo que querría demostrar. Ve tú a saber… La cosa es que luego empezó a decir que tenía la casa en venta… A lo que la jueza volvió a interrumpirla con el mismo argumento, que no le interesaba su situación inmobiliaria, que se ciñera, así que como no la dejó decir nada de lo que ella quería decir, sencillamente mintió, mintieron diciendo que lo de las amenazas era mentira, y que nosotros también les habíamos insultado, admitiendo que nos llamaron cerdos. Pero yo todo eso no lo sabía, ni la Nena  ni el Cojo, porque pasó antes de que entrásemos ninguno de los tres en la sala.
 Mientras yo estaba fuera, y los otros dos también, salió una chica y dijo que podía pasar, pero yo sola, los otros dos se quedaron fuera, de modo que no pudieron oír lo que yo le dije a la jueza. Nada más colocarme enfrente del micro la juez me dijo que mentir allí era delito, pero  aquello no me asustó pues lo que iba a contar era verdad. Nada más empezar mi relato de lo ocurrido y al mencionar los gritos se oyó en la sala a la Loca decir - ¡Por favor! Será…- No pudo decir nada más pues la jueza aquella que era una mujer no muy grande pero con muy mala leche le gruñó en el acto - ¡En esta sala no quiero oír ni una mosca, ni un comentario, ni un suspiro, ni un lamento, o les expulso!, ¿a quedado claro?- Y lo que fuese que quería decir la Loca se lo tuvo que tragar. Mientras yo relataba lo que os he contado a vosotros, justo lo mismo, que los niños subieron, que estábamos en el salón, y que oímos gritos, y empezó el show, que aclaramos lo que había pasado y que al ir a disculparnos ellos nos amenazaron, y que el Cojo nos había visto. La juez me preguntó por los insultos y yo le dije que nos llamaron CERDOS, en fin dije la verdad. Y me senté al lado de mi marido.
 En la sala la jueza y otras dos personas estaban sentadas detrás de una mesa larga, justo enfrente de nosotros, delante de la jueza había un micrófono y encima de  ella una cámara de video, colgada en la pared, yo hablé de pie a un micrófono que había allí, justo frente a la jueza, donde la cámara me grababa perfectamente, y detrás de micro había unos bancos de madera, mi marido y yo nos sentamos más a la izquierda y el matrimonio Loca-Florero estaban más a la derecha, lo más alejados que pudimos ponernos.
 Cuando yo terminé de contar la historia, y la jueza ya no me preguntó más cosas me  senté y vino lo divertido.
Llamaron al siguiente testigo, que resultó ser la Nena, ella no había oído nada de lo que habían dicho sus padres ni de lo que dijimos nosotros, como era menor la Juez tuvo que informar a sus padres de que si declaraba tenía que ser gravada, y ellos consintieron, y la Nena demostró sus pocas dotes de oradora, se la veía muy nerviosa, pero era normal, para decir tantas mentiras o se tiene la sangre muy fría o se pone uno nervioso por si se equivoca y más si te acaba de decir una señora con cara de pocos amigos que mentir es un delito. La jueza le preguntó si había presenciado lo ocurrido, y ella dijo que si, (solo presenció la parte de la discusión en la terraza y desde la terraza de abajo desde donde verse pues se ve más bien poco) le dio pie a contar lo que había visto, pero ella no sabía como explicarse, así que la jueza tuvo que preguntar, y le preguntó si había oído la discusión, la Nena respondió que nos oyó insultar a sus padres (esa parte la había aprendido bien, y no era mentira), cuando la juez le preguntó si sus padres nos habían insultado a nosotros la Nena empezó a balbucear (aquí sí que era más difícil responder sin mentir), y sin saber como salir del atolladero tras muchos eeee… uuuu..ejemm.. al final logró decir que ella no los oyó insultarnos porque  desde donde estaba no oía muy bien (nosotros no la incluimos en nuestro testimonio, pero la Nena también se había hartado de soltar insultos el día de autos, eso también lo ocultó). Y visto lo visto, la jueza le dijo que se sentara. Yo en aquel momento no sabía lo que había pasado anteriormente, pues la jueza no  dejaba que hablase nadie en la sala, solo había visto una Nena con un nivel de expresión oral muy deficiente. Pero la muchacha acababa de ser incoherente con el testimonio de sus padres que habían admitido que nos insultaron.
 Y sentada la Nena tras su “triunfal” discurso hicieron pasar al testigo estrella, el Cojo, que no sabía ni lo que había respondido el matrimonio Loca-Florero ni su “locuaz” sobrina, la Nena.
La jueza le volvió a decir lo de mentir en una sala como aquella. Él no había presenciado la discusión inicial, pues no estaba en casa y al menos aquello no lo negó, pero luego le contó a la jueza lo que le salió de las pelotas.
Dijo que cuando el llegó a su casa vio que mi marido y yo estábamos a la puerta de esta, dando voces llamando a su hermana y su cuñado, golpeando las repintadas verjas, en actitud amenazante, y que mi marido le increpó cuando él llegó, y le dijo que le dijese a su cuñado que “si tenía huevos que saliera” 
Yo estaba alucinando en colores, este si que tenía palique, y que forma de mentir, aunque no se de qué me extrañé tanto, si le ha metido la bola a la Seguridad Social de que es Cojo, y corre más que Fermín Cacho. Pero eso lo concluí después, allí estaba flipando y punto, y cualquiera hacía un comentario, con la pequeña señorita Rotenmeller de jueza.
 En ningún momento el Cojo nombró la presencia de los niños, y lo que decía no era coherente con la versión que se había dado hasta el momento, así que la juez solo le hizo una pregunta al Cojo. - Señor Cojo, ¿había niños con los denunciantes frente a su puerta?- Directa, si o no. Él dudó un momento, como si le hubiesen roto el esquema marcado, y finalmente con toda la sangre fría del mundo dijo – No señora, allí no había ningún niño.-
 No me caí de culo porque estaba sentada. ¡¡El muy cabrito!! Erró la profesión, si en vez de dedicarse a vago se hubiera dedicado a actor hubiera triunfado.
 Yo creo que la jueza también flipó, y lo dejó entrever, pues cuando ya permitió al Cojo mentiroso retirarse no pudo evitar comentar – En este caso hay muchas versiones distintas- A lo que la Loca se apresuró a responder – Ya lo creo-  Con el consiguiente replica de la jueza – Pero todas de su parte- Y tuvo que agachar la cabeza de loca que tiene sobre los hombros. Y yo me reí, pero por dentro, no fuera a recibir también por respondona, que la pequeñaja aquella tenia para todo el mundo.
 En fin, la cosa quedó en un visto para sentencia, dio el famoso mamporro con el mazo y nos fuimos todos como habíamos venido.

 Aquel día fue el que dejé de saludar también al Cojo, no fuera a ir diciendo por ahí ve tú a saber qué. Hace unos pocos días coincidimos en la puerta los dos, se me quedó mirando, esperando quizás un saludo, pero con eso se quedó, pues no quiero nada de nada con ninguno de todos ellos, y con el candidato al Oscar menos aún.
 Después de este episodio empezaron las ya famosas y conocidas serenatas del Toreador de Carmen, versión pianillo, que me inspiraron este diario que tanto os gusta a muchos.
  Hace unos días llegó por fin la sentencia, cito textualmente “absolutoria, pues aunque los testimonios son seriamente dudosos, no hay pruebas suficientes para romper la presunción de inocencia”
Así que, si mentís, amenazáis, insultáis, perjuráis, etc., no pasa nada de nada, aunque lo hagáis en un juicio, somos siempre presuntamente inocentes, y me gustaría saber que habría que hacer para demostrar lo contrario, si estaba claro que los testimonios eran seriamente dudosos, es decir, falsos, como un político en vísperas de elecciones, pues no coincidió ninguno de todos. Pero, amigos míos, esta es la justicia que tenemos, y empiezo a entender, aunque no lo justifico, que pasen tantas cosas desagradables.
 Por suerte, yo me conformo con escribir aquí transformando mis cabreos en sentido del humor.
 Hasta la próxima entrega.
 


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