martes, 18 de octubre de 2011

Fobia

                                        Fobia

“Corre, corre”-una voz en su cabeza repetía la advertencia a medida que iba oscureciéndose la tarde, la oscuridad era superior a ella, jamás permitía que se le hicieran las seis fuera de la relativa seguridad de su ático, en el centro de la ciudad.
 Aquella tarde su jefa le había pedido que le ayudase a repasar un caso, había unas irregularidades, no quería dejarse dominar por su fobia ni que nadie lo supiese, y no encontrando una salida airosa, calculó el tiempo y se quedó, cuanto se arrepentía de no haber puesto una excusa, ahora ya casi eran las ocho, el sol de despedía de ella, recordándole que tras su caída el mundo se transformaba en un lugar terrible y hostil a su presencia.
 La oscuridad estaba plagada de inexplicables sombras, parecidas a personas, pero que no lo eran. Todas querían su atención, tocarla, le gritaban. Eran horribles almas mutiladas, que quizás solo existían en su imaginación, pero que aparecían siempre, irremediablemente cada vez que la luz a sus ojos disminuía.
Sintiendo el impulso irrefrenable del miedo, su cerebro dejó de razonar y sus piernas comenzaros a correr, la gente la miraba extrañada de aquella  actitud, ella era consciente de ello, pero no podía dominar el pánico de ver el último rayo de sol desaparecer en el horizonte.
 En unos segundos las terribles formas, casi humanas pero sin un rostro distinguible, esas cosas se le echarían encima, y acabaría de nuevo en un terrible hospital, donde la medicarían y las cosas se multiplicarían.
 Veía su calle, el Sol se ponía, el portal estaba cerca, aunque parecía que nunca iba a llegar. Por fin entró a su edificio, subió en el ascensor, asegurándose que estaba vacío y llegó a su casa.
 Su corazón iba desbocado, sus piernas dejaron de sostener su peso, y sus manos temblaban como hojas en otoño. Se desplomó en su cómodo sillón hasta recuperar el control necesario para servirse una copa de bourbon, que le ayudaba a serenarse en casos como ese.
 El bourbon hizo su efecto, los nervios se templaron, no volvería a apurar tanto el tiempo.
 Sabía que aquello no era una forma saludable de vivir, se gastaba una fortuna en la factura de la luz, pero no sabía como afrontar el problema, los médicos la ponían peor, y todos los que sabían algo siempre le decían que su problema no existía. Pero, eran tan reales, eran tan reales, las cosas aterradoras y sin rostro, eran tan reales. Las veía y oía siempre con tal claridad. Y como podía llevar una vida tan normal durante el día, y estar tan loca. La lógica le decía que tenía una enfermedad, pero ella no se sentía enferma, ni loca, era perfectamente capaz de razonarlo todo. Pero era totalmente incapaz de soportar la oscuridad. Y si quizás, después de todo, aquellas cosas no eran solo su imaginación.

1 comentario:

Moshyneta dijo...

Xiqueta, esta es per algun concurs de relat curt?? Està molt bé