lunes, 10 de octubre de 2011

El diario de las locuras de la casa de al lado

El diario de las locuras de la casa de al lado

10/10/2011

Pintura, otra vez.



 Ahora tengo muy poquito tiempo para escribir, porque ya me he puesto a trabajar, y se nota. Pero, aún así, la casa de al lado no para de hacer sus peculiaridades, y aunque a partir de ahora ya no tengo tanto tiempo para verlas y contároslas, si que tienen la consideración de guardárselas para cuando llego a casa, y así no me las pierdo.

 De hecho hoy mismo, cuando he llegado de trabajar, que estaba yo sola en casa, nada más abrir la puerta he pensado que mi marido se había dejado la radio puesta, pues se oía tan perfectamente que parecía que la tenia dentro de casa, y tras llamarlo y comprobar que no había ningún aparato en funcionamiento por descuido o error, he llegado a la irremediable conclusión que semejante música y a semejante volumen solo podía provenir de un único lugar, la insólita y molesta casa de al lado.

 Ya os conté que las relaciones diplomáticas habían sido un fracaso, y que no lo volvería a intentar, que después del disgusto ya no tenía ninguna gana de vérmelas de nuevo con semejante elemento, y me estoy refiriendo a la Loca. Aún así, tanto el Florero como el Cojo, seguían recibiendo mi saludo, porque yo no soy proclive a englobar ni a etiquetar a las personas solo por la relación que tengan con otras personas, si la Loca estaba para atar, los otros no tenían el porque de ser metidos en el mismo saco. Y así nos mantuvimos, sin relacionarnos más allá del mero saludo, y si podía evitarse pues también, para que mentir. Cuanto menos ocasión, menor enfrentamiento.

 Y esto fue así hasta que llegó un triste día, en que llegué a casa y descubrí que me la habían pintado, si al menos hubiese estado bien, pues aún se lo hubiese agradecido, pero aquello era simplemente una marranada.

 En la parte trasera de la casa, donde están las terrazas, hay un penal que no distingue, o distinguía entre una casa y la siguiente, porque estaba pintado todo del mismo color, llevaba viviendo unos dos años, y tres veranos, lo cierto es que el penal de todas las casitas estaba algo deteriorado, pues el sol pega muy fuerte y siempre el exterior sufre más. Aún así, ninguna casita lo había vuelto a pintar todavía, pero un fantástico día de verano, al llegar a casa, me veo que estaba pintada de un color amarillo mucho más subido del color que tenía mi casa, pero a rodillazos, toda la parte de la casa que lindaba con la casa de al lado. La Loca y su afán de pintar,( tengo otra teoría : está loca, por la cantidad de pintura que lleva esnifando de tantas veces como pinta y repinta las paredes, puertas y tejas), sin desviarme, la Loca en su afán enfermizo, había pintado todo el penal, los tres pisos, pero la mujer no había tenido la delicadeza de dividir, ni las paredes medianeras ni de poner una cinta, o similar, que le indicase la línea recta que separa su casa de la mía, así pues, cuando yo llegué a mi casa aquel día,  toda la parte que linda con la casa de al lado estaba llena de rodillazos de pintura amarillo ocre, que no era el amarillo crema de mis paredes. Si se le hubiese ocurrido  el trivial detalle de usar la misma pintura, tampoco hubiese importado, porque no se hubiese notado, pero no, la Loca se cogió toda la frontera de las paredes medianeras, y se metió tanto en mi pared, como en la pared de los señores amables que viven en la casa de su  otro lado.

 No quería enfrentarme a ella, ya sabía como las gastaba, pero aquello era demasiado, tampoco se podía consentir, solo para que la “señora” no grite, que haga lo que le salga de las narices, y en su casa puede, pero en la mía no. 

 Como con ella estaba claro que no se podía hablar, esperamos a que el Florero estuviese en casa para decirle que aquello no era correcto, cuando lo vimos mi marido fue a su casa, y llamó al timbre, Salió para nuestra sorpresa la Loca, y él le dijo que aquello era una cochinada y que lo arreglase, que si quería pintar su casa pues estupendo, pero que la nuestra la dejase tranquila. Ella respondió - Bien, bien, mañana lo arreglo. – Todo por supuesto sin abrir la verja, desde la puerta de dentro, y acto seguido se dio la vuelta, dio un portazo, de esos que suele dar,  ya dentro de su casa oímos a la Nena que decía- ¿Qué quieren ahora?- y  su madre le respondió, bien fuerte para que lo oyéramos sin esfuerzo- “ ¡¡¡¡ Tocar-me la fiiiigaaaa!!!!” ¡¡¡¡ Y sabes que, que  una miiiiiieeerda para ellos!!! ¡¡No pienso arreglar una mierda, que se vayan a tomar por…..!!!!-  y otras cosas que no voy a reproducir porque es de muy mal gusto.

 Visto lo visto, y temiéndonos que aquello no sería arreglado tan sencillamente como debiera, aquella tarde mi marido cogió la cámara de fotos y se puso a hacerle fotos a la chapuza que nos había hecho desde la pared de la cocina hasta la buhardilla. Esperó a que estuviese un poco oscuro para trazar la línea con el láser  y que se distinguiese bien por donde no tenia que estar la pared pintada, por si acaso, aquello no se solucionaba por las buenas como parecía que iba a ocurrir, y había que llevarlo más allá de un acuerdo verbal entre vecinos. Como se iba oscureciendo el cielo, de repente la cámara de fotos empezó a disparar con flash, y ¡Ay Madre! ella que se dio cuenta de que estábamos haciendo fotos.

 Salieron a la terraza de la planta baja, la que da a la cochera, que es donde ellos hacen la vida, porque tienen un “chalet” de 500000€, pero viven en una cochera, todos, la Nena, el Florero, y la Loca, del Cojo no me acuerdo, creo que no estaba, los otros tres si, y la Loca empezó a increpar  a mi marido con sus dulces palabras- ¡A ver, que estarás haciendo, yo también se hacer fotos!-  Él le contestó que aquello tenía que arreglarlo, por las buenas o por las malas, como prefiriese, pero que esa chapuza no era tolerable. Ella siguió a lo suyo - ¡Chulo, flaco desgraciado, que ya te lo he dicho, tengo ahí la pintura! ¡Chulo, más que chulo! – Son sus dos insultos favoritos hacia mi marido, chulo y flaco desgraciado. Tiene otros más fuertes pero esos se los dice cuando no le puede responder. Como la estaba escuchando, y estaba muy enfadada por lo que había pasado unas semanas atrás, con lo del cumpleaños, me asomé también a la terraza, para que no creyese tampoco que estaba mi marido solo, y nada más asomar la cabeza yo, la Loca se giró hacia mí- ¡Mira, la Limpia! ¡A ver, si lo tenéis todo hecho una mierda! ¡Tanto follón por un poco de pintura!¡ Si, ya ves, que asco de casa!- me dijo, ya os he comentado en ocasiones anteriores que me llama cochina, supongo que ella esperaba que reaccionase como la vez anterior, intentando poner calma, pero yo no tenía nada que negociar, ni tenía nada que ganar con la calma, la última vez solo me sirvió para que la señora Loca creyese que era débil y me diera un gran disgusto, así que ni corta ni perezosa le solté - ¡No, aquí la única guarra que hay eres tú! ¡Porque no hay persona más cerda que la que quita la mierda de su casa y se la echa a los demás! ¡Porque mucho limpiar, mucho limpiar pero el polvo de tu mopa lo esparces en mi terraza, y los cubos del agua sucia delante de mi puerta! ¡¡¡Cerda, so Cerda!!!- Las  últimas palabras que le dije no sé si las escuchó, me imagino que sí, pero aún hablándole yo se metieron todos dentro con el consiguiente portazo. Lo de que le respondas así con un poco de vehemencia lo lleva fatal, en cuanto el tono empieza a elevarse, enseguida ahueca el ala, es así de valiente.
 La mayoría de las personas que me conocen bien, no se hacen la idea de cómo pude llegar a decirle tales cosas, puesto que algunos jamás me han visto ni levantar la voz, de hecho no es para nada mi estilo, pero esa mujer ha venido al mundo para que yo descubra que también tengo una parte perversa. Y consigue sacarme siempre lo peor, aunque ya lo voy superando gracias a la terapia literaria de mi querido Diario.        

 Mi marido y yo nos sentamos a cenar en la terraza, pues era verano y apetecía, y estando cenando la volvimos a oír, pues salió expresamente a hablar por teléfono a la terraza, eso sí debajo de la pérgola para que no la viésemos. Había llamado a la Guardia Civil, y estaba preguntando si podía poner una denuncia al vecino por hacerle fotos, decía algo así - Si, estaba yo en mi casa y este vecino ha empezado a hacerme fotos. ¡Ah sí! ¿¿Eso es delito? ¿Y lo puedo denunciar? Tengo que ir allí, en persona. Bien pues ahora iremos.-

 Así que al momentito, la Loca y el Florero salieron de casa, y se fueron.

 Al día siguiente, hablamos con el Florero y no nos quiso atender, nos dijo que lo iban a arreglar pero que nunca más tocásemos a su timbre para nada, y que no molestásemos más a su mujer. Pero así, con esas palabras, -¡No volváis a tocar el timbre y no volváis a hablarnos más!- Y ese fue el momento en que las ínfimas relaciones dialogadas que quedaban se rompieron del todo, y el susodicho Florero tampoco nos dirigió más la palabra.
 El caso es que lo arreglaron como habían dicho, y pintaron los rodillazos con pintura del mismo color que yo tenia, y ya no cantaba tanto. Además lo hicieron rápido. El día siguiente o el otro, no pasó nada de tiempo. Esto también es verdad, y lo digo igual.

 Pero, claro, el encontronazo ya se había producido, nos costó la relación cordial de otro miembro de la familia (el Florero) y la prohibición explícita de volver a llamar al timbre, y una denuncia en el cuartel. Que mi marido fue a aclarar, enseñó las fotografías y contó el caso, tal como había sido, y aquello también fue desestimado en los juzgados, muchos meses después.

 Hoy he oído por la radio que estaban pensando, algunas cabezas pensantes de estas de la política en poner también un copago en lo de los casos de los juzgados, porque por lo visto hay muchos juicios o burocracias un poco absurdas, como esto que os estoy contando, me imagino yo, donde pensar que molestamos a un Guardia Civil, dos veces, y luego a un funcionario del juzgado que tuvo que leer y pasar los papeles esos a un juez, y luego a un juez. Total por nada.

Y, no sé yo si estar de acuerdo, después de visto lo visto, estoy segura de que si por poner semejante ridiculez de denuncia la Loca esta hubiese tenido que desembolsar digamos  diez euros, no lo hubiese hecho, porque es una gilipollez. Si fuese grave, tampoco una cantidad simbólica como diez euros no parará a nadie. Aunque lo de los diez euros es cosa mía, no tengo ni idea de cómo lo harían, y supongo que lo harían mal como casi todo. Pero, al oírlo por la radio he pensado justo en este caso, en el que hubiese venido de perlas un sistema así.

Porque yo antes de conocer a la familia de la casa de al lado no sabía nada sobre denuncias ni juzgados, pero ahora sí, para que no digáis que no son didácticos los vecinos de la casa de al lado, ¿eh?. E ir  y poner una denuncia es totalmente gratis, y el  juicio de faltas también. Es muy barato hacerse la puñeta con esto, generar un montón de papeleo etc., es igual de barato como intentar suicidarse sin éxito. Aunque a la gran sociedad de los paganos, entre los que me incluyo, no les parece tan barato, no. Pero en fin este tema, es otra cosa, y requeriría un análisis muy distinto y no aquí. Y mi tiempo siempre es limitado, así que, hasta la próxima entrega.





2 comentarios:

Livonan dijo...

Ya me acuerdo de este episodio de la pintura. Anda que esta vecina tiene un pulso como para robar panderetas.

Por lo menos en ese aspecto rectificó y arregló el desaguisado enseguida.

Me parece que El Florero debe vivir un poco acojonado en esa casa jajajaja

sugusu dijo...

Yo pienso que todo el mundo vive acojonado en esa casa....