jueves, 26 de julio de 2012

Mi fuga del paritorio

Mi fuga del paritorio.
25 de julio de 2012


Estoy embarazada de treinta y nueve semanas y pico, me enviaron a los monitores ayer para ver que tal estaba, yo me encontraba perfectamente, y de hecho ni siquiera tenia contracciones aquella mañana, e incluso la matrona tuvo que darme una sacudida a la barriga porque el bebé por lo visto estaba dormidito y no se movía. Por lo que yo pensaba que me enviarían a casa y volvería el próximo viernes, que era cuando cumplía las cuarenta semanas y tenia la fecha probable de parto.
De todos modos después de estar de media hora a tres cuartos allí atada a la máquina, te revisa un ginecólogo, así que cuando me revisó la doctora descubrió que estaba dilatada de cuatro centímetros, y que todo era muy favorable para poder parir sin problemas, lo cual me alegró mucho.

Yo si que había ido teniendo contracciones, siempre de tarde noche, y sabía que trabajo hecho había, pero no sabia que tanto. La doctora me propuso ingresarme ese día, y si el parto no se movía solo me rompería la bolsa al siguiente día y seguro que nacía. Yo debí poner alguna cara extraña pero expresiva a aquella propuesta, pues la doctora añadió rápidamente un “Bueno, si estás de acuerdo”
Pero, soy una gata escaldada, y no tenía ninguna gana de que nadie me rompiese nada, en mi parto anterior también me dijeron lo mismo, pero no acabó nada bien, mis perspectivas históricas de que romper la bolsa aceleraría el  proceso y todo iría bien eran nulas. Así que, como soy más vieja y más pelleja, le dije a la doctora que prefería irme a mi casa y hacer mi vida normal, y volver si la cosa se movía por si sola. Y, no le sentó muy bien, empezó a decirme que el cuello estaba muy dilatado y que  lo tendría  de camino, que si notaba a movimiento o rompía la bolsa me apresurase a volver al hospital, y me citó para el día siguiente, o sea hoy, para volverme a revisar, directamente en los paritorios.


 Yo me fui a mi casa, y continué con mi vida, hablé con mi otro hijo  y le explique que su hermanito quería nacer pronto y que él se quedaría en la casa de su abuelita a dormir por si el bebé quería nacer por la noche, se puso muy contento porque tiene mucha ilusión por verlo. Tuve una tarde movida con muchas contracciones, pero cuando me relajé y me acosté a dormir, todo se detuvo,  como cada tarde desde hace semanas, así que como tenia una cita a las diez de la mañana no volví al hospital hasta la hora de mi cita.
   De vuelta en el hospital, yo como todas las mañanas me encontraba muy bien, pero  había desayunado mucho para que el bebé se moviera más que el día anterior, incluso me había dado tiempo a limpiarme los baños de mi casa para mantener actividad y tener contracciones. Pero lo de los monitores, para los que no sepan de que va, es que te acuestan o sientan en sitio  bastante cómodo durante mucho tiempo y no te puedes mover, y si a mi me paran o me acuestan y me relajo, mis contracciones también. Así que, esta mañana tampoco tenia, incluso la matrona que me atendía se ha extrañado de que estuviese allí cuando miraba la prueba de ayer que decía que no tenía dinámica, como lo dicen ellos. Yo le he dicho que la doctora pensaba que sí la tenía.
Creí de nuevo, que a tenor de la prueba de monitores, donde no había tenido más que una contracción me enviarían a casa, pues ya había dicho el día anterior que quería un proceso lo más natural posible y no me había dejado ingresar. Pero al revisarme otra vez la doctora no ha compartido mi criterio, y me ha dicho textualmente, “Este cuello esta de 6 cm, muy favorable, ¿quieres parir?” Y yo, emocionada por la proximidad de ver pronto la carita de mi niño he dicho “ Sí, pero bien”
Pues nada, directa a una sala del paritorio, toda contenta.

Llega una auxiliar y me da un camisón, y una matrona me pide que me tumbe en una cama, y allá que voy yo y lo hago, veo las correas de los monitores y lo veo lógico, te monitorizan para controlarte a ti y al bebé, pero de  pronto la veo sacar un cacho bolsa de algo que pretendía meterme por la vena y de lo que no habíamos hablado, y me pregunta si iba a querer la epidural. Aunque tengo el consentimiento firmado, si la puedo evitar me gustaría, quiero poderme mover y parir como sea más fácil para mi, no para el doctor, y si no puedo controlar las piernas esto no será posible. Y así se lo digo a la matrona mientras le pregunto que me van a poner.
La cacho bolsa que esta ya colgada sobre mi cama y pretenden meterme al cuerpo es oxitocina, que para el que no controle mucho de partos, es la hormona que regula las contracciones, y que el cerebro va soltando de forma razonable para que se pueda soportar el dolor que produce, pero que si te la chutan por vena a la velocidad y cantidad que al doctor le viene bien para terminar pronto, duele que no veas, y no lo sé porque lo he leído en Google, lo sé porque ya he pasado por ahí y la experiencia es un grado, yo no quería que me pusieran la hormona dichosa porque no podría soportar el dolor y tendría que recurrir la epidural, lo cual sigunifica quedarme atada patas arriba en una cama. La peor postura para parir. Y una forma genial de estropear un parto que no tenía porque estropearse, pues fué lo que me pasó en el anterior.

Y ya me he puesto un poco malhumorada, pero estaba dispuesta a pasarlo, si como la doctora decía estaba tan dilatada no seria un rato tan largo como la última vez que empecé con eso desde mucho menos trabajo de parto hecho como llevo ya. Pero, mientras la matrona  iba preparando todas las cosas, y a mi no me iban gustando, ha llegado otra y le ha comunicado, “ Es una cesárea previa”  y la chica que estaba preparando todas las cosas ha hecho una cara de no hacerle gracia lo que le acababan de comunicar, cesárea previa significa que mi otro hijo nació por cesárea, pero de eso hace ya nueve años y no entendía en que podía implicar el proceso  se iba a seguir, y como no lo entendía se lo pregunté a la matrona. La chica muy amable me dice que tienen que hacer una monitorización interna. Y ahí si que ya me he puesto más seria. En la monitorización interna tienen que enganchar un electrodo en la cabecita del bebé, y eso es algo que no  iba a permitir sin un motivo de peso, así que ya tenia la goma alrededor de mi brazo y la aguja a punto para tomarme una vía cuando le he pedido a la matrona una explicación de porqué tenían que aplicarme tal técnica. Que si el bebé tenía algún problema o pasaba algo grave(pues hasta donde yo sé solo se hace por esos motivos). La chica se ha quedado como extrañada y me ha dicho, si quieres te cojo  la vía y llamó a la doctora, pero yo he hecho cara de que no cogiese nada, ella enseguida ha rectificado y me ha dicho o llamo a la doctora primero y no te cojo la vía. A lo que he dicho,” Mejor, no hagas nada y que la doctora me explique porque tengo que pasar por toda esta instrumentación para parir”
La matrona se ha ido, y allí estaba yo, en una camilla, rodeada de goteros y material de hospital, con un camisón para tres como yo pero medio desnuda y completamente sola, porque no  dejan pasar a nadie contigo durante todo este proceso, intentando comprender que estaba pasando con un parto tan favorable, y porque no lo estaba pareciendo en absoluto.
 Al momento llega la doctora, y de repente me suelta “¡Haber María! ¿Qué pasa contigo?  ¿No quieres parir?” El tono de la médica y la postura del cuerpo y la forma de hablarme, os recuerdo que yo estaba tumbada en una camilla, medio desnuda y sin nadie conmigo, era como si  estuviera riñendo a una niña desobediente que discute la orden de un adulto. Ya empezó la cosa  poniéndose un poco violenta, desde mi posición nada ventajosa le volví a responder que sí, pero que no entendía porque había que instrumentalizar tanto una cosa tan natural, si todo iba bien. Y volvió a responder, ella estaba de pie, frente a mi cama, con los brazos en jarras hablándome en tono alto y desagradable, “¡Mujer instrumentalizar, instrumentalizar…! Esto no son más que las hormonas del  parto, se las ponemos a todas, si lo tienes súper bien, solo te faltan unas pocas contracciones, baja el bebé y ¡fuera! Si yo lo hago por ti, y así terminas.”


 Todo aquello me parecía un dejavú, de repente estaba nueve años atrás cometiendo los mismos pasos que me llevaron a una cesárea. Y por lo mismo no pude callarme y le dije a la ginecóloga “¿Está segura de que el bebé bajará? Mi otro hijo no bajó y yo me agoté de empujarle, y todo acabó en cesárea y es lo que deseo evitar, quiero moverme con libertad  y si me pone hormonas no voy a poder”, y ni siquiera pude preguntar por lo que más me preocupaba que era el monitor interno, pues ya se puso más enfadada, diciéndome “ ¡ Yo no puedo garantizar como va a acabar, pero no tiene porque, yo lo estoy haciendo por tu bien, creía que lo querías tener, nadie puede dar esas garantías! ¡Ahora si no quieres, pues no pasa nada, yo anulo el ingreso y tú te vistes y te vas, y cuando lo tengas por la calle ya vienes y si quieres nos lo enseñas!”
¡Toma castaña! ¡Menudo ultimátum me había metido!  Coge la tía y se larga, y porque llevaba el pelo corto, porque si lo lleva largo  solo le faltó dar el típico rabinazo de cabeza para hacer volar la melena.
 Y allí que me quedé yo, un poco descolocada, muy nerviosa, supongo que los niveles de adrenalina debieron subirme, y eso no ayuda para nada al proceso de parto, y procesando lo que acababa de ocurrir.

No había obtenido una respuesta satisfactoria, seguía sin comprender la necesidad de adelantar o acelerar un parto sin problemas a priori, y encima la persona que me tenía que asistir se había cabreado conmigo. Por lo que pensé que la solución más apropiada era marcharme, al fin y al cabo las opciones planteadas eran dos,  o pasaba sin chistar por lo que les diera la gana o me iba del hospital. Así que cogí mi bolsa con mi ropa, me levanté de la camilla del paritorio y me dispuse a vestirme. Estaba a punto de llorar, pero la matrona que estaba allí todo el tiempo pero no había abierto la boca, al ver que me iba y que me sentía mal me dijo “ Yo te entiendo, haces bien, cuando las contracciones no se te interrumpan al acostarte y relajarte vuelves, y tendrás el parto como lo quieres” Que es lo que me habían dicho también en las clases de educación maternal, y a lo que yo estaba esperando, pero lo agradecí mucho aquellas palabras, pues desafiar a un profesional y en unas condiciones tan difíciles merma la voluntad de cualquiera, y aunque había tomado aquella decisión, tenía dudas de si era la más adecuada. Ese pequeño apoyo me ayudó muchísimo más de lo que la enfermera debió creer. Y, con las mismas me vestí, tenía que esperar a que me acompañasen afuera, pues no puedes salir como Pedro por su casa por los paritorios, y estaba vestida en aquella sala cuando me vio la doctora, que con voz de sorpresa exclamó “¡Ah, pero ¿te vaaas?! “


Por lo visto la pillé por sorpresa, debió creer que me había acojonado y que no me marcharía, pues su sorpresa ante mi decisión era total y me pidió que la acompañase. Me dejó sentada un buen rato, yo creo que para que cambiara de opinión, allí empecé a relajarme un poco, y tenía ganas de llorar, pero por mis ovarios que no iba a dejar que nadie allí me viese así, y me trague las lágrimas con toda la fuerza de mi voluntad, y al cabo de un rato salió la ginecóloga de su consulta , casi me lanzó mi cartilla y mis papeles de informe y me dijo, con un cabreo que no veas, ” Toma, el viernes vienes a hospital de día a las 9:30,  pero si te pones con contracciones ven enseguida, porque con ese cuello ¡lo vas a tener por la calle!
 Yo asentí con la cabeza, recogí mis informes y me marché. Fuera me esperaba mi marido, que fue el primero en quedarse flipando con lo que había pasado, bueno en realidad creo que los primeros en flipar fueron el mismo personal de los paritorios (dudo que se les hayan levantado de la camilla muchas embarazadas a punto de parir y se les hayan largado así). Tras él casi todos los demás que ya creían que íbamos a tener al bebé ese mismo día.
  He pasado la tarde haciendo cosas que necesitaba hacer, y por supuesto he tenido muchas contracciones, y alguna muy dolorosas, cada día lo son más, seguidas, largas y dolorosas, pero  al llegar la noche y relajarme se han relajado, otra vez. Así que, no creo que nazca hoy, pero prometo que cuando nazca os contaré como fue. Y quien tenía razón si la doctora o yo.

4 comentarios:

Livonan dijo...

Pues yo creo que has hecho lo correcto. A fin de cuentas lo principal siempre es la madre y lo que ella diga, que es quien va a parir.

Muchos ánimos y deseos de que todo salga como tú quieres.

Anónimo dijo...

Segundo intento de dejar comentario.

Como bien dices la experiencia es un grado y la información otro. Yo luché por esto mismo hace años, aunque las cosas se me torcieron. Pero tu lo vas a conseguir, sabes lo que es mejor para ti y tu bebé y no te dejarás amilanar. Y bueno, si lo tienes por la calle... saldrás en las noticias.
Mucha suerte y buen parto

vmaria dijo...

Gracias por los ánimos.

Unknown dijo...

Hola soy Enrique y yo también creo que has hecho lo correcto, Animo y no te dejes mangonear que el cuerpo humano sabe muy bien lo que tiene que hacer y cuando sea el momento no hará falta oxitocina ni monitores ni nada.